Zidane se movía con la prestancia de un torero. Con una maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en un lienzo en https://lewysokmc067438.blogofchange.com/39233115/la-confesión-de-zidane-sobre-su-cabezazo-en-2006